Una mirada al pasado
- Manuel Castillo
- 29 ene 2015
- 3 Min. de lectura
Ecuador forma parte del cinturón de fuego del pacifico, llamado así por la gran actividad volcánica, siendo considerado zona de alto riesgo sísmico; por lo tanto, a lo largo de la historia se han producido varios movimientos telúricos, constituyéndose en una de las mayores amenazas naturales que afectan a nuestro país.
La provincia de Loja registra muy pocos eventos sísmicos; sin embargo, los ocurridos con el paso del tiempo han dejado huella en sus habitantes. Tal es el caso del sismo ocurrido el 12 de diciembre de 1953 con epicentro en la frontera Ecuador-Perú que afectó a todo la provincia en especial al cantón Gonzanamá, dejando severos daños en su infraestructura.
La parroquia Purunuma perteneciente al mencionado cantón, recibió los embates de aquel movimiento sísmico, con una intensidad de nivel VIII en la escala de Mercalli; entendiéndose por intensidad una descripción cualitativa de los efectos que causa un terremoto en una locación particular, como evidencia de la observación de los daños y reacciones humanas en una localidad. Como consecuencia de esto se presentaron daños leves en estructuras bien construidas, posibles derrumbes, muebles pesados sacados de lugar, entre otras.
Posteriormente, 17 años después el 10 de diciembre de 1970 un terremoto con epicentro en la costa norte del Perú, causó serios efectos en toda la provincia de Loja, y Purunuma no fue la excepción siendo sacudida con una intensidad nivel VII en la escala de Mercalli, registrando severos daños en sus construcciones, marcando un punto de giro en la vida de sus habitantes.
En la actualidad varios purunumenses que vivieron el suceso nos cuentan los momentos de tensión que vivieron a causa de este hecho. Sin obviar detalle Rosa Angélica Castillo, nos relata lo sucedido el jueves 10 de diciembre de 1970.
Aun en mi mente guardo los recuerdos de lo que pasó aquel día. Era una mañana tranquila, todas las personas se encontraban realizando las tareas habituales, propias de un purunumense; sin embargo, el profesor de la escuela de Purunuma, el maestro Héctor Loaiza, días atrás había convocado para el 10 de diciembre a todos los padres de familia a una reunión a realizarse en las aulas de la escuela, a fin de organizar programa para navidad.
Acudí a la reunión acompañando a mis padres. Ya había transcurrido aproximadamente media hora de comenzada la sesión y entonces escuchamos como las campanas del templo comenzaron a repicar, en un momento pensé que alguien las estaba manipulando pero mi percepción cambio cuando las bancas del aula comenzaron a moverse solas era difícil mantenerse de pie, la tierra se estaba temblando. En medio de mi asombro escuche una vos varonil que gritaba ¡temblor salgan de aquí! Seguidamente se comenzaron a escuchar expresiones como: ¡Virgen Santísima Favorécenos! ¡Dios mío ayúdanos! entre otras. La desesperación por salir del salón cruzando la única puerta angosta era evidente, el tumulto de gente se aglomero aún más en la salida cuando se empezaron a desprender pedazos de tapia de la construcción, la madera sonaba como si la estuviesen quebrando, los rayos del sol rápidamente se comenzaron a filtrar por las hendijas que dejaban las tejas que se corrían de su lugar a causa de los constantes sacudones.
Una vez fuera en lo que hoy es el parque, que en aquel tiempo eran canchas de tierra, la gran mayoría de personas se acostaron en el suelo y abrieron los brazos formando una cruz implorando protección al altísimo; las mujeres lloraban por lo que estaba sucediendo, mientras esto ocurría se escuchó un estruendo, era la escuela que se estaba cayendo. De apoco las campanas de la iglesia fueron dejando de tocar y la tierra ya no se sacudía, algunos aun no salían del asombro y otros recitaban oraciones al ser Supremo. Una vez que la calma fue regresando se constató que algunas de las casas estaban con grietas y otras al borde de derrumbarse, la escuela estaba destruida, pero felizmente nadie perdió la vida ni salió herido de aquel incidente; todo esto sucedió aproximadamente a las 10 y 30 de la mañana.
Durante una semana en constantes ocasiones la tierra volvía a temblar pero con menor intensidad, por lo que las familias temerosas de que otro suceso de igual magnitud sucediera, todas las noche realizan una procesión por las distintas calles con la Sagrada Imagen de la Santísima Virgen del Cisne a quien invocaban protección. Luego de eso las familias permanecían en vela en el patio de sus casas hasta el amanecer.
a en mi tiempo ya estaba el parque